Seguridad y la LUC
Mucho se ha hablado de los violentos actos derivados del crimen organizado y de todas sus variantes, sembrando con estas noticias el pánico social.
Resulta de carácter inimaginable pensar en un panorama nacional en el cual la violencia ejercida a cargo de las autoridades policiales sea algo ajeno a la realidad uruguaya.La percepción de la criminalidad como un entorno lleno de violencia y el relato exagerado propio de una ficción sobre héroes y villanos es algo a lo que acostumbramos a lidiar desde nuestra más temprana infancia. El amarillismo de los medios de comunicación politizado por las élites dominantes, se ha transformado en el eje racionalizador al momento de concebir la sensación de seguridad en los uruguayos.
La imagen que representa el policía en la sociedad uruguaya es creada con un idealismo de héroes, es algo propio de esa mediatización, y genera un efecto placebo en la población para depositar los miedos generados por el amarillismo mediático. Es la búsqueda de una figura visible encargada de representar la justicia estatal.Esa imagen no es únicamente transferida a los ciudadanos consumidos por el miedo, también es inculcada a los propios trabajadores policiales con el afán de brindarles la seguridad para actuar con total impunidad, excusando bajo la identidad que les genera el uniforme todo tipo de actos indignos de la moral del ser humano.
El exponencial ingreso de funcionarios ocupantes del ministerio de interior que se da origen desde 1996 en adelante demarca una suma exponencial que a partir de los años 2005 comienza a estabilizarse nuevamente. Siendo que a partir del año 1996 según los datos del INE y del Ministerio del Interior, se estimaba una cantidad de 130 policías por cada habitante. Hay algo que queda claro y es que el ingreso de los jóvenes a las escuelas policiales muchas veces es visto como una mera fuente de ingreso laboral.
En los años en los cuales el país se encuentra económicamente más inestable, la cantidad de jóvenes que ingresan a estas academias aumenta exponencialmente. Nosotros como jóvenes, no requerimos de un análisis en profundidad para dar empatía a los chicos que terminan en estas academias. El sistema educativo que pese a ser público muchas veces excluye a determinados sectores de la sociedad y la escasez de trabajo, son motivos suficientes para que un alto porcentaje de la población (especialmente en estos tiempos) tome la iniciativa de ingresar en estos cuerpos bajo la necesidad de estabilidad laboral.
En estos años de retorno de la derecha y la crisis sanitaria, mucho se ha hablado en las noticias de los nuevos ingresos de las academias, las visitas de los ministros a estas academias y la propaganda política que se inculca dentro los cuerpos del ministerio del interior. Es un factor que se está volviendo a repetir.
El ojo centrado en el ingreso de los jóvenes a las academias da lugar al adoctrinamiento de reclutamiento de fuerzas para seguir luchando a favor de los intereses de clases de la derecha.La lucha de clases, queda totalmente dividida y a favor de la clase dominante, dándole a los jóvenes una identidad de poder que resulta totalmente en nuestra contra al momento de generar conciencia de clase.
Gente de clases proletarias, están cumpliendo un servicio plenamente a favor de las elites dominantes y dada la cantidad de funcionarios policiales: Un alto número de jóvenes que sufren las mismas consecuencias del capitalismo que todos nosotros, están siendo sesgados por la identidad policial que tienen. Ya no es solo un sesgo de los medios, también es un sesgo del trabajo.Los artículos de la LUC que le dan poder al libre accionar de los efectivos policiales, no son más que una mera estrategia de adoctrinamiento que proporcionan el apoyo de la población y el contento de las masas adoctrinadas.
Dando un cierre y a forma de conclusión final: Sabemos que la LUC no ha resuelto nada, el crimen organizado sigue causando pánico en el país, pero se ha generado un efecto placebo en la gente al ver más represión.Los jóvenes están siendo cada vez más convocados a formar parte de estos operativos represivos y de hecho se presupone que muchos jóvenes están expuestos al riesgo extremo bajo una falsa sensación de seguridad.Por otra parte, debemos estar alerta a la marginalidad en la cual está ley se encarga de encasillar a los jóvenes, ser conscientes del papel en el cual nos deja ubicados y nos etiqueta dentro de la sociedad. Bajo ningún motivo hay que bajar la guardia y mucho menos rendirnos, el cambio comienza por nosotros y pese a las dificultades que tengamos seguiremos luchando por nuestros derechos, pero por sobre todo, jamás debemos permitir que los estigmas condicionen nuestro accionar revolucionario.
Como jóvenes tenemos el doble trabajo de cuidarnos a nosotros de la represión, cuidando a nuestros a nuestros allegados de esa propaganda.